miércoles, 16 de enero de 2013

El mejor lugar del mundo

Para mí, el Centro de Investigación White de la Universidad Peruana Unión es el mejor lugar del mundo. Realmente, fue algo providencial haber llegado a este lugar. Ha sido (y es) una bendición formar parte de este centro del saber y la investigación adventista. Como dice el director del Centro y gran amigo mío, Glúder Quispe: "Dios nada hace por casualidad. Todo es causalidad".
(izq. Glúder Quispe, Pr. A. Bullón, Omar Ojanama Gaspar, Dra. M. Contreras
En el Centro de Investigación White, Perú: Izq. Glúder Quispe,
Pr. Alejandro Bullón, Omar Ojanama Gaspar,
Dra. Maximina Contreras
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Y es esa divina causalidad que me ha llevado a revivir en mi ser académico el interés y la pasión por la teología y la historia adventista del séptimo día. Es una delicia toparme con toda clase de recursos, materiales y personajes que integran todo el "universo", por así decirlo, de la historia de nuestra denominación.
Considero al Centro de Investigación White como el "portal" hacia toda nuestra herencia adventista; aquí uno puede aprender cómo Dios fue guiando paso a paso a su pueblo, desde un acontecimiento trágico y memorable como fue el gran "chasco" de 1844 (George R. Knight diría "la gran expectativa") hacia una luz cada vez más brillante y gloriosa que resplandecerá totalmente en la segunda venida de Cristo.
Me fascina poder tener en mis manos copias de manuscritos y primeros escritos de los pioneros adventistas. Es emocionante poder hojear las primeras ediciones de la revista Signs of the Times del año 1890, leer los artículos originales de Elena White sobre la vida cristiana, la justificación por la fe y los primeros argumentos que ella presenta sobre la identidad del Papado y su futura obra despiadada en contra del pueblo remanente; en un tiempo cuando el Vaticano todavía no se recuperaba de la herida de Berthier y Mussolini aun no devolvía los Estados Pontificios a Roma.
Me encanta además recorrer las páginas de la revista Ministry, el órgano oficial de la Asociación Ministerial de la Asociación General, fundada por el ilustre Arturo G. Daniells, en un tiempo (1928) de cambios trascendentales en la iglesia mundial. Es un viaje en el tiempo trasladarse con la revista durante las diferentes etapas e inquietudes de la iglesia, desde que Ministry era editada por el notable erudito Leroy E. Froom, pasando por J. Spangler, hasta llegar a Nicolaus Satelmajer, su actual capitán.
Pero lo más valioso es poder pasar momentos gratos y memorables en el Centro, dialogando con Glúder Quispe acerca de teología, anécdotas del ministerio o de los simples asuntos de la vida; tener gratos momentos con  los compañeros de trabajo o abordar a algún visitante que desea conocer este lugar, sea por investigación, rutina o simple curiosidad (de paso, fue en el Centro White que conocí cara a cara al pastor Bullón y a mi conjunto favorito, Arautos do Rei).
Como estudiante de teología, llegar a este "templo" del saber ha causado una "revolución en la mente", pues le ha dado a mi espíritu inquisitivo y teológico una verdadera base y trasfondo en los cuales trabajar; me está mostrando que nuestra labor de exégesis e interpretación bíblica (incluso nuestra obra homilética y pastoral) debe tener una cosmovisión integral que le dé orientación, guía y significado a nuestra teología; y la cosmovisión adventista del gran conflicto es esa estructura necesaria para dicha teología. Doy gracias a Dios por haber llegado aquí; y sólo Él sabe por cuanto tiempo más. Por eso, el Centro White es el mejor lugar del mundo.




martes, 15 de enero de 2013

Los niveles de la lectura

Conversaba un día con el Dr. Donald Jaimes, responsable del área de publicaciones de nuestra querida universidad, acerca de la importancia de la cultura entre los académicos adventistas en el Perú y la necesidad de fomentar el hábito de leer y producir literatura en el ambiente universitario unionista. Según la apreciación del Doctor, hace falta inculcar en el alumnado, igualmente en el gremio docente, la iniciativa de elaborar material bibliográfico, útil y de calidad.
Acordamos en que una de las causas de la carencia de producción bibliográfica es la falta de lectura continua entre los Unionistas. La lectura es la base del cambio--en todo sentido--y un poderoso aliciente para el quehacer académico; también es el motor de despegue en la producción literaria, pues quien lee mucho puede llegar a escribir mucho. A continuación, me impresionó el comentario que el Dr. Jaimes hizo acerca de los tres niveles de lectura en una persona. Yo había leído o escuchado tal idea en alguna parte, pero no pude recordar ese hecho. Lo que Donald Jaimes dijo era lo siguiente: Un lector puede hallarse en tres niveles de lectura. El lector de primer nivel es aquel individuo que lee una obra por mera información, hobbie o pasatiempo. En este nivel nos encontramos la mayoría de personas, sea que leamos un periódico, una revista al paso o un libro de vez en cuando.
El lector de segundo nivel es la persona que lee y reflexiona sobre lo leído. Este es un desarrollo del nivel anterior, pues la persona procesa información, compara ideas y luego saca un resultado de lo que ha pensado. Conozco muchos lectores de este nivel, que meditan sobre sus lecturas y comparten sus hallazgos.
Es aquí donde surge el lector de tercer nivel. Éste es aquel que lee, reflexiona su lectura y la comunica, sea de manera oral o escrita. Esta última es la que determina al verdadero lector y al verdadero intelectual. Es una lastima que tantos profesionales y eruditos tengan un caudal de conocimiento y un gran acopio de información recopilado a lo largo de los años, pero no escriba de ello ni un folleto de 10 páginas.
No quiero sonar descortés o desconsiderado con esta clase de personas, solo manifestar la gran tristeza que envuelve recibir información en un alto nivel y no expresarla o compartirla de manera escrita, ya que el acto de escribir literatura coloca al erudito(a) en plano de respeto, valor y responsabilidad.
En 1 Timoteo 4:13, Pablo le aconseja a su joven amigo: "Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza." (RV, 1995). El griego de "lectura" es anágnasis, "lectura en publico". Es interesante el hecho que Pablo coloca la "lectura" al lado de "exhortación" (gr. paráklesis) y "enseñanza" (gr. didaskalía). Ese es el nivel que el apóstol desea para su discípulo. La lectura debe producir una declaración de la voluntad de Dios con efectos éticos (exhortación) y una práctica docente basada en la Revelación de Dios (enseñanza). Es la lectura (de la Biblia y buenos libros) y solo la lectura, la que hace mejores alumnos y mejores docentes (y la lectura y reflexión de la Palabra de Dios hará mejores hijos suyos). Si queremos cumplir la meta a la cual Dios nos llama de ser cabeza y no cola (Dt 28:13) en el ámbito académico y educativo, debemos dar importancia suprema a la buena educación que proviene de una continua, reflexiva y provechosa lectura, que a su vez resulte en expresar ideas y argumentos propios de manera escritural. Y ahora, ¿en cual nivel de lectura te encuentras?

viernes, 11 de enero de 2013

El pastor y la lectura

En mis largos años de estudiante universitario (!) me he dado cuenta de un elemento importante en el ministerio, del cual creo que no se puede prescindir. Me refiero a la gran responsabilidad de comunicar correcta y adecuadamente el mensaje de la Palabra de Dios. El pastor (y el teólogo) es un comunicador, un mensajero, un representante del reino de Dios y su vocabulario, sin dejar de lado su caudal de conocimiento bíblico y teológico, es lo que levanta o cae la imagen que los demás tienen de la tarea pastoral. Esto me hace recordar el consejo de Pablo al joven Timoteo: "Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza... Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos" (2 Tim 4:13-15).
Pablo recalca la importancia de poder cultivar el hábito (disciplinado) de leer las Escrituras y "reflexionar" sobre lo leído; y la Biblia es el elemento disciplinario, educativo y reflexivo que posee la iglesia. La lectura eleva al ser humano moralmente, espiritualmente, culturalmente y le hace partícipe de un universo vasto y variado de pensamientos, mundos y cosmovisiones que enriquecen su vida y a los que le rodean. El raciocinio y la capacidad de reflexión también se aguzan con la práctica de leer, convirtiendo al lector en un crítico de lo incorrecto, en un pensador capaz de discernir lo malo de lo bueno; asimismo la lectura moldea y transforma el lenguaje y forma de hablar del sujeto, capacitándole a expresar adecuadamente y con palabras bien pronunciadas el tesoro de la Palabra de Dios.
Por eso, mirando nuestra realidad, cuan necesario es--principalmente en los pastores y estudiantes de teología-- el desarrollo de un buen hábito de lectura, escuchar diferentes maestros, autor@s y escritores que nos comparten sus vivencias, experiencias y estudios que hacen más rico nuestro caudal de conocimiento, que a su vez incorporaremos en los sermones, discursos y escritos que compartimos semana a semana en nuestras iglesias y hogares (y por qué no, en nuestra sociedad también). ;)